17/9/2021 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
La lectura del extraordinario ensayo El infinito en un junco de Irene Vallejo, entre otras cosas, me ha hecho prestar atención a la hermosa relación que existe entre la expresión lingüística y el tejido; y no solo en su concepción, sino también en las palabras que usamos para referirnos a ellos.
En su extraordinario recorrido por la historia del libro en el mundo clásico, Vallejo se esmera en ponernos delante de los ojos el papel que las mujeres han tenido a lo largo de la historia en la creación y la transmisión de los relatos. Y lo hace recurriendo a un puñado de palabras que en la historia de nuestra lengua han servido como metáforas populares de la literatura, palabras propias de la labor tradicional de las tejedoras que han pasado a utilizarse para referirse al lenguaje.
Irene Vallejo confiesa que no sabe tejer ni bordar; yo, que sí lo hago, me sentí fascinada por la referencia a la forma que tienen de entretejerse la literatura y la aguja.
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