2/3/2017 | Auxi Rueda (Tribuna Ávila, España)
Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen un enorme potencial para cambiar la sociedad del siglo XXI. Pero además, poseen la capacidad para transformar también nuestro lenguaje.
La era tecnológica ha transformado de múltiples formas la manera en que se relacionan y se comunican las personas en la modernidad. Por ello, nuestra lengua, que cuenta con unas reconocidas raíces históricas, debe adaptarse y evolucionar para dar cabida a esas nuevas realidades que conlleva la revolución digital, incluyendo palabras que hasta hace un par de años ni siquiera existían.
Son muchos los anglicismos tecnológicos que llegan a nuestras vidas para quedarse, bien en su forma original o bien en su forma adaptada al español. Neologismos de sobra conocidos por todos, que muchos utilizan hasta el hastío en un afán por ser el más moderno, más hípster, más cool. Pero, ¿están plenamente aceptados en nuestra lengua? Es la Real Academia Española la que se encarga de poner luz entre tanta maraña de términos extranjeros y, en función de su uso e integración en la sociedad, los descarta o incorpora a su Diccionario de la lengua española.
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