26/7/2017 | Jairo Valderrama (El Tiempo, Colombia)
Vamos a precisar cuáles palabras son masculinas o femeninas: agua, lente, sartén, azúcar y calor.
Alguna vez tratamos aquí el uso de algunas palabras que causan confusión al asignarles una distinción femenina o masculina. Otras tantas, en cambio, aparecen usadas con acierto, quizás por la misma reiterada aplicación de los hablantes.
En las indagaciones de las clases, y entre colegas y amigos, he notado que la mayoría admite como correcta la costumbre de aplicar el lenguaje generalizado. Por eso, aparecen esperpentos como “accequible”, “recepcionar” o “referenciar”, que muchas personas toman como parte del lenguaje “distinguido” o “selecto”.
Este inconveniente permanece sobre todo porque muy pocos hablantes o escribientes se toman el trabajo de consultar la pronunciación, la escritura y el uso de cada término. Para ellos, el uso más propagado equivale al que creen correcto (falacia Ad Populum).
Con base en ello, ahora se entiende más por qué algunos llaman “música” al ruido; y a una convulsión le dicen “baile”. Hasta han optado por llamar “jugos” a unas anilinas azucaradas que se expenden en cajas, botellas o bolsas; antes el jugo era el líquido extraído de una fruta. Nada más.
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