Los nombres de las voces de los animales, a diferencia de las onomatopeyas, no pretenden imitar el sonido de un animal sino designarlo, es decir, nombrarlo y especificarlo. Son, por tanto, sustantivos y se tratan como tales. A menudo se basan en el sonido (como en el mugido de la vaca, basado en la onomatopeya mu, o en el siseo de las serpientes), pero no tienen por qué tener relación con el sonido real emitido por los animales.
Los nombres de las voces de animales a menudo presentan variaciones regionales y no todos son conocidos en todos los lugares ni están registrados en los diccionarios. Además, algunos son específicos de animales concretos, mientras que otros tienen un sentido más general, como:
• bramido: voz fuerte, continua e indefinida
• aullido: que corresponde a la onomatopeya ¡aúúúú!
• chillido: voz aguda, indefinida y estridente
• canto: sobre todo en las aves, un sonido continuado y a menudo melodioso.
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