17/2/2017 | Jairo Valderrama (El Tiempo, Colombia)
Por supuesto, errar es humano, pero ¡cómo aumenta la humanidad!
“Deseamos, Rodolfo, que en este cumpleaños tuyo ´haiga´ mucha paz y bienestar”, decía un joven mientras felicitaba a un amigo que ya llegaba a los 83 años. En este buen propósito y en estos bienintencionados deseos, se agradece la demostración de afecto, así aparezca el “haiga”, palabra que, supongo, ya los lectores habrán identificado como incorrecta en ese contexto.
Quizás, otra persona hable de las “cacturas” de sujetos facinerosos o de la “cactura” de información en el campo de la tecnología, y otra más tratará de zonas “accequibles” en la Amazonia. Abundan también quienes machacan sin consideración alguna el vocablo “tema”, aunque casi nunca se refieran a un tema de algo, sino a ese algo. Y si seguimos citando casos, aparecen el “a futuro”, el “referenciar”, las “fotoscopias”, el “recepcionar”, etc.
Todos estos ejemplos sirven solo como referentes para comprobar que, aun usando esas palabras, las ideas que se intentan transmitir sí se entienden. Sin embargo, junto con la intención también se requiere de un modo adecuado para exponerlas, sobre todo cuando son personas que se dirigen a un amplio público, y allí por supuesto están mis colegas, los comunicadores profesionales, y otros más, que pasan por periodistas.
Para redondear esta exposición, es injustificable eso de que “lo que importa es que se entienda”, y ya. Pues no, no basta con eso. El deterioro de una lengua parte de la distorsión (consciente o inconsciente) de las palabras.¿Acaso no formamos una idea aproximada de una persona a partir de la manera como se expresa? ¿Qué imaginamos de alguien que “dentra”, en lugar de “entra”?, ¿es cómodo escuchar “trabajastes” en vez de “trabajaste”? Ustedes dirán.
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