17/7/2020 | Sabrina Ferrarese (Fundéu Argentina)
“Hay que mantener la burbuja social», dijo.
La pandemia de coronavirus suma palabras al vocabulario, algunas tan gráficas que parecen dibujadas. Cubrebocas o tapabocas, por ejemplo, que al pronunciarlas, escucharlas o leerlas inmediatamente cobran sentido, se concretan contundentes, se explican en sí mismas. Ahora bien, esa tarde el secretario de Salud municipal, Eduardo Caruana, advertía sobre la necesidad de respetar la burbuja social en medio de la fase de distanciamiento social ―acá dos palabras que forman otro concepto nuevo bastante ilustrativo―, y caprichosamente se me aparecía el patio en Echesortu. Los ochenta contra la pared de ladrillos, enredados con la enamorada del muro (el mejor nombre para una planta que se trepa a las paredes). Al pie de sus hojas pegajosas iban a explotar las burbujas de agua y detergente que mi hermana y yo soplábamos al aire usando unos picos de acero inoxidable de repostería. La decoración de tortas no era la especialidad de mi mamá, que solía encontrarles curiosos destinos a las cosas.
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