29/01/2016 | Rafael Peralta Romero (El Nacional, República Dominicana)
La sustitución de monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez como arzobispo metropolitano de Santo Domingo está significando un tormento para la Iglesia. No se ve cuál de los actuales prelados podría asumir a plenitud la delicada función pastoral. López Rodríguez cumplirá 80 años en octubre y ya su renuncia fue aceptada por el Papa.
Es notoria la carencia de líderes religiosos. Lo conveniente y prudente sería el traslado de un obispo que ha acumulado experiencia en otro territorio, pues ni pensar que un presbítero sea elevado a la dignidad episcopal para ser nombrado en ese puesto. Hacia dentro de la Iglesia se lamenta las deficiencias en la formación de los sacerdotes.
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