29/1/2021 | Bruno Rosario Candelier (Academia Dominicana de la Lengua)
La lengua materna nos retrotrae al estadio de la niñez en que aprendemos a hablar una lengua, que suele ser la que nos enseña nuestra madre al amamantarnos, educarnos y darnos cariño, cuidado y protección. Por eso llamamos “lengua materna” al idioma que aprendimos en el hogar donde nacimos, crecimos y nos desarrollamos.
Con la lengua materna se relacionan los balbuceos infantiles, el aprendizaje de voces y formas expresivas del lenguaje, el conocimiento del vocabulario con su dicción y su significado, los recursos idiomáticos y figurativos del habla y, para los que tienen una responsabilidad docente, la manera didáctica que propicie su enseñanza y aprendizaje. También la relación que el hablante establece con la lengua, el conocimiento del mundo y la necesidad de adquirir una oportuna destreza en el manejo del idioma.
Otros aspectos colaterales implicados en la lengua materna son la forja de la conciencia, el desarrollo del intelecto y la creatividad, así como el vínculo entre la adquisición de la lengua y construcción de una visión del mundo, que todo idioma implica en virtud de los conocimientos, actitudes y valores que las palabras formalizan.
Con la lengua materna tiene lugar la fragua del habla, la gestación de la imagen y el concepto, el desarrollo de la expresión oral, la comunicación verbal y la creatividad.
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