8/1/2019 | Antonio Martínez Ron (vozpopuli.com)
Lingüistas de todo el mundo luchan a contrarreloj para salvar centenares de lenguas de las que apenas quedan unos pocos hablantes. La UNESCO advierte de que más de la mitad de las 6.000 lenguas que se hablan en el planeta están en riesgo de desaparecer.
En febrero de 1799, el geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt exploraba la cuenca del Orinoco cuando encontró en una aldea al último hablante de la lengua de los Ature, quienes habían sido exterminados por tribus rivales. Pero este último ‘hablante’ no era una persona, sino uno de los loros que la tribu había criado y que seguía repitiendo parte de su vocabulario, como el eco de una cultura perdida. Cuando Von Humboldt conoció la historia, se llevó el loro a Europa y consiguió ‘salvar’ hasta 40 vocablos de la lengua desaparecida.
En febrero de 1799, el geógrafo y naturalista Alexander von Humboldtexploraba la cuenca del Orinoco cuando encontró en una aldea al último hablante de la lengua de los Ature, quienes habían sido exterminados por tribus rivales. Pero este último ‘hablante’ no era una persona, sino uno de los loros que la tribu había criado y que seguía repitiendo parte de su vocabulario, como el eco de una cultura perdida. Cuando Von Humboldt conoció la historia, se llevó el loro a Europa y consiguió ‘salvar’ hasta 40 vocablos de la lengua desaparecida.
La historia del loro de Von Humboldt se cuenta a veces para ilustrar la importancia de registrar las lenguas que están al borde de la extinción porque las comunidades que las hablan se han disuelto o ya no la practican. Solo en Estados Unidos se calcula que hay unas 130 lenguas nativas de las que quizá no quede ni rastro dentro de unos años. Marie Wilcox tiene 82 años y es la última persona que aún habla con fluidez la lengua wukchumni en el valle de San Joaquín, en California. Como pasa en muchas ocasiones, ella misma renunció a su lengua materna cuando emigró y educó a sus hijos en inglés. «Dejé mi lengua india atrás cuando murió mi abuela», relata. «Parece raro que yo sea la última y puede que desaparezca uno de estos días, no lo sé». Para intentar enmendarlo, ahora está escribiendo un diccionario con todas las palabras de su lengua que recuerda en un intento de que el wukchumni no caiga en el olvido.
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