26/4/2024 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Solo unos días antes de su muerte, el 20 de abril de 1616, Miguel de Cervantes Saavedra dicta el prólogo de la que será su última novela, Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
En él se dirige a nosotros, sus lectores, para reconocer que se apagan los latidos de su corazón y que su aliento lo abandona:
«Mi vida se va acabando y al paso de las efemérides de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida […]. Adiós gracias; adiós donaires; adiós, regocijados amigos: que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida».
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