Claudia Izaguirre
Cuando yo estudiaba, la calificación de exámenes y trabajos podía bajar por errores de redacción y mala ortografía. Era norma de la universidad. Muchos años después, hace una década o un poco más, recuerdo una discusión entre profesores de una facultad de Comunicaciones. Como los errores de ortografía y sintaxis habían aumentado considerablemente entre los estudiantes, pedían evaluar qué estaba pasando y buscar una solución.
Uno de los docentes comentó que si la preocupación iba por el lado de que los comunicadores (periodistas incluidos) no podían tener ese tipo de faltas, en las redacciones y editoriales siempre había correctores de estilo que se encargaban de salvar todos los textos que resultaban del apuro o de la ignorancia.
Resultaba curiosa esa conversación, pues, por la misma época, en diversas salas de redacción en el mundo, incluido el Perú, ya se hablaba de cancelar las plazas de correctores. Las gerencias consideraban que, al contratar periodistas, se daba por descontado que tenían muy buena redacción, ortografía y gramática; entonces, no veían sentido a tener una plaza o más de correctores. Ese puesto, en muchos casos, ya no existe. Y el buen manejo del idioma como habilidad, al parecer, es algo accesorio.
Leer más en peru21.pe