23/1/2018 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Si el año viejo se nos fue teñido de melancolía, el año nuevo hay que afrontarlo teñido de expectación. Los primeros días del año nos encuentran a la expectativa de lo que nos depararán los meses por venir. Define Casares la expectación en su Diccionario ideológicocomo el ‘desasosiego o atención concentrada con que se aguarda una cosa o suceso importante’.
Si navegamos por las páginas del Casares, navegación que recomiendo a los enamorados de la lengua, descubrimos las redes que enlazan unas palabras con otras. La expectativa tiene que ver con la ilusión y con la espera, y la espera con la paciencia; si la paciencia no es lo nuestro, aparecen en escena el desasosiego y la impaciencia. La paciencia viene de la mano de la confianza y la esperanza. La esperanza es delicada, y los verbos con los que solemos combinarla lo demuestran: concebimos esperanzas, pero sobre todo abrigamos esperanzas, alimentamos esperanzas y, mi preferido, acariciamos esperanzas.
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