5/3/2021 | Rafael Peralta Romero (El Nacional, República Dominicana)
Las palabras no son del aire, como expresa una canción; las palabras son de los hablantes, así lo demuestra la realidad. La vigencia de un vocablo depende del uso que del mismo hagan los usuarios de la lengua a que corresponda. La voz /mangú/, por ejemplo, forma parte del patrimonio lexicográfico de los dominicanos, así como el objeto que representa resulta infaltable en nuestra cultura gastronómica.
Denominamos /mangú/ al apreciado puré de plátano de verde, macerado con mantequilla u otra grasa comestible, preferiblemente aceite de oliva. Se suele acompañar con huevos, salami o queso frito y en su defecto… con lo que haya. La compaña varía según la condición económica de quien lo prepara, como también incide el factor geográfico y otras circunstancias.
El origen de la palabra no ha sido bien establecido, pero el plato constituye un elemento bien conocido y apreciado tanto en la mesa del rico como en la del pobre, del ilustrado como del iletrado, en hoteles calificados como en fondas y comedores modestos.
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