04/11/2016 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Hay ciertos fenómenos lingüísticos que provocan errores ortográficos. Mal que nos pese están ahí y solo nos queda aprender a esquivar los escollos.
Uno de ellos, y peliagudo, es la homofonía. La etimología nos da pistas sobre su significado: homo– ‘igual’ y –fono ‘sonido’. Dos palabras que suenan igual son homófonas. Además de coincidir en el sonido pueden coincidir también ortográficamente. Comparen, si no, traje‘vestido’ y traje, primera persona del singular del pretérito perfecto simple del verbo traer. Esta homofonía nos permite a los dominicanos hacer una fiesta de traje, jugando con ambas palabras y con sus respectivos significados en la misma expresión. Ambos trajes son homógrafos además de homófonos.
Cuando las palabras homófonas difieren en su grafía nos topamos con dificultades ortográficas. ¿Cómo distinguir barón de varón, si tienen el mismo sonido? Lo único que nos salva en estos casos es el contexto, y, por supuesto, nuestros conocimientos léxicos y ortográficos.
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