25/2/2022 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Para los que trabajamos con el lenguaje hay pocas cosas más desconcertantes que quedarnos sin palabras. Nos rodean cada día, las estudiamos, las desmenuzamos, las perseguimos, solo a veces las alcanzamos y, entonces, nos las apropiamos y pasan a ser parte de nosotros. Cuando son nuestras nos ayudan a analizar el mundo, a ordenarlo, a entenderlo y a nombrarlo y, ¿por qué no?, a cambiarlo.
El verbo analizar y el sustantivo análisis proceden de la lengua griega y desde su origen conllevan la idea de desatar, de disolver. En español, según nos cuenta el Diccionario de la lengua española, analizar consiste en distinguir y separar las partes de un todo para conocer su composición. Para un hablante, las palabras son imprescindibles para navegar en la realidad. Más palabras, más herramientas para orientarse, para avanzar, para comprender, para tomar decisiones, para actuar.
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