24/11/2016 | Francisco Ríos (La Voz de Galicia, España)
La longitud de los títulos de muchos diccionarios y de otras obras es el motivo de que se abrevien. En lo hablado, en alguna palabra significativa (el panhispánico, de Diccionario panhispánico de dudas) o en el nombre de su autor (el María Moliner), y en lo escrito, sobre todo en contextos donde se citan con mucha frecuencia, mediante una sigla. Por tratarse de libros, estas se llaman siglas bibliográficas.
El Diccionario de usos y dudas del español actual, de Martínez de Sousa, por ejemplo, emplea en sus artículos medio centenar de esas siglas. Unas veces están formadas a partir del título del libro (DPD: Diccionario panhispánico de dudas) y otras se construyen con el nombre usual por el que se conoce. Este último es el caso de las principales obras de la Academia. El Diccionario de la lengua españolaes citado muchas veces como DRAE, que corresponde al enunciado Diccionario de la Real Academia Española; ORAE74 se emplea como acortamiento de Ortografía [de la Real Academia Española], edición de 1974. El título se alargó a Ortografía de la lengua española en la edición del 2010, para la que se emplea la sigla OLE10.
Con el nuevo siglo, la RAE intensificó la relación con las demás academias del español, con las que forma la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). La colaboración y el consenso se hicieron patentes a partir de la Ortografía de 1999 («edición revisada por las academias de la lengua española», decía en su portada). La 22.ª edición del DRAE se presentaba en el 2001 como la «vigésima segunda edición del diccionario de la Real Academia Española», pero en la 23.ª, del 2014, aparecía la Asociación de Academias de la Lengua Española junto a la RAE, aunque el copyrigth era de esta. En medio se había publicado el Diccionario panhispánico de dudas(DPD, 2005), que mostraba su vocación panhispánica ya desde el título.
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