15/8/2025 | Orlando Alba (Acento, República Dominicana)
Es evidente que existen diferencias en la manera de hablar de los habitantes de una zona geográfica y los de otra, así como entre las personas que han alcanzado un alto grado de instrucción y las que apenas han asistido a la escuela primaria en una misma región. Así, en algunos países del mundo hispánico se llama betarraga y durazno lo que en otros lugares es, respectivamente, remolacha y melocotón. Lo mismo ocurre con las diferencias socioculturales. En algunas zonas, unos hablantes conservan la /r/ al final de sílaba y de palabra (puerta, mujer), y otras personas de la misma región la cambian por una /l/, pronunciando puelta en vez de puerta, y mujel por mujer.
Frente a esta diversidad, los estudios sociolingüísticos permiten demostrar que el factor sociocultural ejerce un poder de diferenciación lingüística mayor que el factor geográfico. Esto se comprueba al descubrir que las diferencias fonéticas, léxicas, etc., entre una región y otra se van reduciendo en la medida en que asciende el nivel sociocultural de los hablantes. Si, por ejemplo, se compara el habla en las ciudades de Santo Domingo y Santiago, es fácil encontrar muchas más divergencias en el modo de hablar de dos obreros de limpieza que entre dos abogados de las ciudades en cuestión.
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