En esta entrega, Ana María y Francisco ponen en discusión el uso de palabras y expresiones alargadas innecesariamente. Este error, perpetuado por comentaristas y periodistas, además de complicar una frase atenta contra la economía del lenguaje. Advierten, sin embargo, que no siempre se trata de un error.
Francisco: Ana María, acabo de encontrar, en el libro de Álex Grijelmo La seducción de las palabras (Taurus, 2000), este párrafo que le quiero leer: “Ya es conocida la propensión de los personajes públicos a estirar las palabras por esa creencia tan absurda y tan arraigada según la cual los términos con muchas sílabas resultan más prestigiosos. Buscan con ello la fascinación de los oyentes, que se quedan perplejos ante esa supuesta elevación de los conceptos…”. Él pone como ejemplos algunos términos como concretizar, regularización, proceso gripal en lugar de concretar, regulación, gripe. ¿Está de acuerdo usted con esto?
Ana María: Eso se observa no solo en los personajes públicos, sino en periodistas, maestros, abogados, es decir, profesionales de todo tipo; pero en ello tienen mucha culpa los personajes públicos, pues quienes los escuchan o leen sus artículos reproducen su vocabulario sin reflexionar si dichas expresiones son adecuadas o no. Y esto ocurre por dos motivos: por falta de formación lingüística que les permita hacer ese análisis o por admiración no cuestionada hacia ellos.
Leer más en www.elfaro.net.