Error perpetuado

27/10/2017 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)

A la hora de elegir el nombre de nuestros hijos la libertad se impone. No hay restricciones legales, al menos en nuestro país, y la selección depende enteramente de nosotros. El repertorio es casi ilimitado y, visto lo visto, todo vale: nombres históricos, faranduleros, tradicionales, religiosos, creativos e, incluso, denigrantes.

Los nombres de pila, elegidos para nosotros, y a los que llamamos así porque, tradicionalmente, se imponían en la pila bautismal, y los apellidos, heredados de nuestros progenitores, están sometidos a las normas ortográficas de nuestra lengua. La libertad más absoluta a la hora de crear o de elegir debe siempre respetar la ortografía y la pronunciación española. Los apellidos, precisamente por su condición hereditaria, no muestran la misma creatividad, pero sí la misma sujeción a las normas.

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