La prensa recorta sin miramientos esas continuas y estomagantes repeticiones retóricas de los discursos políticos.
Los políticos se copian entre sí los recursos retóricos, como miembros que son de una misma clase social. Si uno dice «choque de trenes», todos repiten «choque de trenes». Y en los últimos años se imitan también en las epanáforas. Esta palabra de origen griego designa la figura retórica que se basa en la repetición intencionada de los primeros elementos de una oración.
Los poetas la usan para enfatizar una idea y conseguir al mismo tiempo un efecto de ritmo y sonoridad.Por ejemplo, Miguel Hernández escribió en su Elegía:
«No perdono a la muerte enamorada / no perdono a la vida desatenta / no perdono a la tierra ni a la nada».
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