12/09/2016 | Daniel Gigena (La Nación, Argentina)
Había una vez una época en que los escritores latinoamericanos eran best sellers más allá de las fronteras de sus propios países, en otros mercados en lengua española. El mentado boom de los años sesenta y setenta, que hoy pervive bajo la forma de libros póstumos e imitadores, fue una combinación exacta de obras de calidad literaria, marketing editorial y políticas culturales aceitadas. También fue el último de esos episodios panamericanos de la historia de la literatura en lengua española. Por supuesto, después hubo casos individuales de autores exitosos fuera de sus países (como Enrique Vila Matas o Javier Cercas, de España; Alejandro Zambra o Alberto Fuguet, de Chile, César Aira y Martín Caparrós, de la Argentina; Juan Villoro, de México), pero no ya como conjunto representativo de la flexión idiosincrásica de una lengua en común.
Este año, Penguin Random House reflotó aquella ambiciosa estrategia con el Mapa de las Lenguas. «La idea surgió en España hará ahora ya un año -cuenta Claudio López de Lamadrid, director editorial del grupo-, tras constatar la cada vez mayor dificultad de vender autores de nuestra lengua fuera de sus países de origen. Pensamos que desarrollar una herramienta como el Mapa de las Lenguas, una suerte de paraguas bajo el que acoger a autores de primera línea provenientes de todos los países y todas las sedes de Penguin Random House, ayudaría a la difusión de los libros.» Lenguas de una lengua ideal, postulada como única sólo en el improbable universo de los arquetipos. Se sabe que cada sociedad perfila el idioma a su modo.
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