18/6/2021 | Tobías Rodríguez Molina (Academia Dominicana de la Lengua)
Se dice frecuentemente que “el dominicano pone candado después que le roban.” Creo que todos los mortales, no importa el país de origen, estamos cortados por la misma tijera. Pero los dominicanos, no se sabe por cuál complejo, si el de Guacanagarix o quién sabe cuál otro, nos echamos el lazo nosotros solos al no poner el verdadero candado que demanda nuestra realidad lingüística.
Lo antes dicho viene a colación para referirme a lo que muchos llaman “el progresivo deterioro de la lengua española en República Dominicana”, para hacer frente al cual hay quienes proponen diferentes opciones para evitar que nuestro español se nos eche a perder.
Una de esas opciones, auspiciada por quienes culpan de nuestros problemas lingüísticos a la maldad de otras lenguas, propone algo así como una cruzada, una lucha de frente por el rescate de la lengua española que estamos perdiendo ante la influencia foránea. Habría que imaginarse que estos hacen referencia al inglés de Norteamérica y al creole de nuestros vecinos haitianos, lenguas, que según ellos, le están quitando la pureza al español de España y nuestro.
Otra de las opciones para mantenernos en pie de lucha lingüística, sostenida por quienes hacen culpables del problema a los dominicanos, aboga por traer, importar, diríase mejor, profesores de otras tierras, por ejemplo de España, donde se habla “bien” el español, para que nos enseñen a los dominicanos, comenzando por los profesores, a hablar bien la lengua española.
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