Cuando la escritura titubea, los emojis clarifican

23/5/2025 | Agnese Sampietro (The Conversation)

Quienes piensan que el signo de exclamación inicial (¡) es una prerrogativa de la lengua española, se equivocan. En 1668, John Wilkins sugirió emplear ese mismo signo para marcar cualquier afirmación que no se debía interpretar de forma literal, que, para resumir, definió como el signo de puntuación de la ironía.

Quizá parezca paradójico que, dos siglos después, Alcanter de Brahm propusiera utilizar una especie de signo de interrogación invertido, llamado point d’ironie, con el mismo fin. Y en 1982, Scott Fahlman, investigador de la universidad estadounidense Carnegie Mellon, sugirió añadir a las conversaciones electrónicas los signos 🙂 para marcar afirmaciones que no había que interpretar literalmente, después de que una broma ocasionara serios problemas en el foro de la institución.

Llama la atención que la necesidad de indicar la ironía por escrito sea una de las motivaciones recurrentes para la introducción de signos especiales. Señalar significados no literales es también una de las funciones principales de los emojis en la actualidad. Al contrario de lo que solemos pensar, los emojis ayudan a que la interacción digital se comprenda mejor y el destinatario capte más claramente qué queremos expresar.

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