Sara Gómez Armas (Agencia EFE)
Considerado durante siglos un idioma vulgar, un español roto y mal hablado en el sur de Filipinas, el chabacano aspira a refinarse, con normas de escritura definidas, para convertirse en una lengua noble que resista la creciente influencia del tagalo y el inglés.
Aunque se habló en diferentes partes de Filipinas, el lugar donde arraigó y donde todavía goza de vitalidad es Zamboanga, una ciudad en la isla sureña de Mindanao fundada por los españoles en 1635, cuando levantaron el Fuerte del Pilar, una atalaya militar para protegerse de las tribus, principalmente musulmanas, asentadas en la zona.
«Los nativos necesitaban entender a los capataces españoles y comenzaron a repetir como loros las palabras españolas imitando su forma de hablar», explica Bert Torres, profesor de la Universidad de Mindanao Occidental.
Nacimiento de la lengua criolla
Ese lenguaje que crearon «parloteando» e convirtió en su forma de comunicación que les permitió entenderse con los españoles y entre ellos, explica Torres, académico que pretende preservar y dignificar el chabacano, una de las lenguas criollas más antiguas con casi cuatro siglos de vida.
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