28/2/2020 | Domingo Caba Ramos (Diario Libre, República Dominicana)
“Ya todos el mundo conoce las famosas normas para evitar el lenguaje sexista, redactadas por gente que, sin duda, sabe mucho de sexismo; pero muy poco de lenguaje”.
(Miguel García Posada)
Yo también considero que quienes redactaron las famosas propuestas para evitar el sexismo en la lengua, podrán “saber mucho de sexismo, pero muy poco de lenguaje”. De haber enfocado el problema con una visión científico – lingüística y no desde una óptica ideológico – clasista, sus propulsores bien pudieron entender que al utilizar los dobletes genéricos, propios de la denominada lengua con perspectiva de género (no sexista):
a) Se confunde el género biológico (hembra/varón) con el género gramatical (masculino/ femenino). O, lo que es lo mismo, se identifica el género gramatical con sexo, olvidando talvez, que existen seres asexuados (las cosas) a los que sí se les puede atribuir un género; pero jamás encasillarlos en un sexo determinado. ¿A qué conduce eso? “A una confusión semántica y a una sintaxis enemiga de la ley del menor esfuerzo como principio innegociable de la comunicación lingüística” –responde el profesor Diógenes Céspedes.
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