9/2/2024 | Amalia Pedrero González (The Conversation)
Si vamos al cine, durante la película podemos tomar pororós cuando estemos en Argentina; pero si lo hacemos en México, Chile o España serán palomitas o palomitas de maíz; crujientes en Colombia; cotufas en Venezuela; millo en Panamá o rositas de maíz en Cuba, sin olvidar el anglicismo palomitas de maíz.
El español es una lengua hablada casi por 600 millones de personas, y es la lengua materna de 500 millones. Estos hispanohablantes, repartidos por todo el mundo, no tienen un habla homogénea, sino con gran diversidad: sus variantes pueden ser dialectales (diatópicas), sociales (diastráticas) o estilísticas (diafásicas): guay, chévere, padre o bacano pertenecen a estilos informales, frente a excelente o espléndido, con el mismo significado, aunque de carácter más formal.
Ante tanta diversidad, existe una norma panhispánica, común a todos los hispanohablantes: la ortografía es la misma para todos. Pero hay otras normas que no son generales, ya que conciernen a zonas concretas: en España hay una diferencia entre los pronombres vosotros/ustedes, pero no así en América, donde solo se emplea ustedes. Otro ejemplo es el voseo: en el español rioplatense pertenece a la norma culta, y así lo encontramos en la publicidad; sin embargo, en otros lugares, o no se da (Cuba, México, España), o adquiere un estatus diferente (Centroamérica, Colombia, Chile).
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