2/12/2016 | José Rafael Lantigua (Diario Libre, República Dominicana)
Alfonso Quiñones me convida a examinar el cada vez más extendido uso de la lengua inglesa en propuestas comerciales, centros educativos, medios de comunicación y vías públicas de Santo Domingo. A lo sumo, podríamos hacer algunas aproximaciones, como el destacado periodista sugiere, debido a que el tema facilita pormenores para elaborar todo un ensayo.
Parece como si hubiese ocurrido ayer. Fue cuando comenzó a hablarse de la globalización sin que entendiésemos bien los alcances de un propósito que parecía entonces teoría pero que, sin darnos cuenta, ya había iniciado su camino. Algunos economistas le llamaron “mundialización”, y en el terreno de las discrepancias con lo que se avecinaba un sociólogo estadounidense definió el novísimo proceso como “macdonalización”. Términos ambos, ya en desuso.
Pero, muchos años antes, cuando ni se soñaba con interconectar el mundo a través de la globalización, el reclamo permanente de la izquierda era el de la “penetración cultural”. Nos bombardeaban, se decía, con estilos, gustos, modas, términos, formatos económicos, planteamientos intelectuales y formas culturales diversas que habrían de producir una alienación social que agrietaría la identidad cultural. A esa hora ya sumaban miles los que habían partido al exilio económico y que iban a recibir, ellos y aún más sus descendientes, el impacto de esa pérdida de los valores locales.
Aparte, un grupo no pequeño accedía a una educación de primera calidad en universidades norteamericanas y europeas. De modo que la alienación cultural terminó arrimándose a la globalización. Y ambas ganaron la batalla porque ya no hay vuelta atrás. Tal vez la izquierda, que en no pocas ocasiones erraba el tiro, en este caso tenía razón.
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