2/4/2022 | Ariel Camejo (On Cuba News)
Si algo enseña el estudio de un idioma es cuán variables pueden ser sus normas y formas de uso cuando se “aplatanan” bajo las condiciones de un sitio específico. El que hoy conocemos como idioma español, comenzó a expandirse hace poco más de cinco siglos con la unión de los reinos de Castilla y Aragón, de ahí al resto de la península ibérica y más tarde al resto de las colonias españolas en América, África y el sudeste asiático. El castellano, entonces, se transformó en el símbolo más preciado del naciente imperio español, pero en el camino debió ajustarse a la convivencia con otras lenguas, a transformaciones ortográficas y de significado, aceptar la entrada de palabras y expresiones que traducían un mundo desconocido.
En el vasto universo de las colonias, resultaba más complejo aplicar con rigor los mandatos del “buen decir”, por lo que en estas lejanas tierras las formas de hablar y expresarse tejieron una compleja red que respondía a la diversidad humana y cultural de las sociedades coloniales.
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