30/5/2025 | Belén Almeida Cabrejas (The Conversation)
Estos días se habla de santa Teresa de Jesús, la escritora mística española del siglo XVI. Su tumba, en la localidad salmantina de Alba de Tormes, donde falleció, se ha abierto para exponer sus restos. Expertos forenses han reconstruido sus facciones a partir de su cráneo y se ha publicado también un estudio sobre las enfermedades que padecía; entre otras, una entesopatía por sobrecarga en el punto de inserción del músculo flexor profundo de los dedos, que pudo haber sido causada por su constante hábito de escritura.
Efectivamente: santa Teresa escribió mucho, no solamente sus numerosas obras, sino también miles de cartas.
[…]Sin formación ortográfica
Algunas características lingüísticas de santa Teresa la diferenciaban de cómo escribían y hablaban en ese momento personas con una mejor formación escolar, como fray Luis, y de cómo se presentaban las obras impresas.
En la investigación sobre la escritura del siglo XVI y XVII se ha dicho a veces que no había una continuidad en cómo se escribían las palabras, incluso que existía un “caos gráfico”. Sin embargo, lo cierto es que había algunas tendencias muy arraigadas entre las personas cultas que Teresa de Jesús, como otras muchas mujeres (y varones con peor formación), no respetaba.
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