5/9/2017 | A. López (El Confidencial)
La lingüística forense ha revelado cómo atraparon a un criminal gracias a las diferencias en la puntuación de unos mensajes de texto
Si creías que hay algún caso en el que los criminales no dejan ningún cabo suelto, estás equivocado. No existe el plan perfecto: antes o después te acaban pillando. John Olsson, un veterano investigador policial, que ha ayudado a resolver más de 300 incidentes que van desde la extorsión hasta el asesinato, ayudó a detener a David Ryan por el asesinato de su amante Diana Lee.
Ryan pegó una paliza a Lee durante varias horas y luego mutiló la parte inferior de su cuerpo con una sierra antes de tirarla al garaje e incendiar la propiedad de Cheshire en agosto de 2012. En un intento por no por perder los nervios y dejar todo listo en la escena del crimen, el asesino usó el teléfono móvil de la adinerada empresaria para enviar mensajes de texto falsos a sus clientes, diciéndoles que se mantuvieran alejados de la casa.
Seguir las normas de ortografía
Si pensabas que por un par de comas que pongas mal en un mensaje no hay problema, te estás equivocando. Y si no que se lo digan a él, que por culpa de ellas descubrieron lo que había hecho. Olsson, que también ayudó con el caso de Christopher Borgye, un administrador de vuelo francés de Ryanair que fue asesinado por Dominick Kocher con dos cómplices en 2009, pudo ayudar a encerrar a este criminal durante 34 años demostrando que había enviado ‘sms’ con las formas incorrectas de uso de puntuación y espaciado en las oraciones.
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