14/2/2018 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Me levanto el domingo y me espera un buen café. Busco a Javier Marías en El País y me encuentro con una sincera defensa de la labor que desempeña la Real Academia Española y con el desdén que recibe, especialmente en lo económico, por parte del Estado. Si esa es la situación de la RAE, con un presupuesto mermante, ¿qué nos queda a los dominicanos para nuestra Academia Dominicana de la Lengua?
Como cada año, la comisión lexicográfica, de la que formo parte, se reúne en Santiago de los Caballeros para analizar las labores del año que pasó y plantear los proyectos a los que aspiramos en el año que empieza. Académicos de número y académicos correspondientes comparten ideas interesantes sobre las tareas que debe acometer la Academia para cumplir con las funciones para las que fue concebida allá por 1927: defender, cuidar y difundir el buen uso de la lengua española. Los proyectos lexicográficos, es decir, aquellos que tienen que ver con los diccionarios, nunca son proyectos a corto plazo.
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