24/2/2023 | Rafael Peralta Romero (El Nacional, República Dominicana)
Los nombres que denominan países, ciudades, pueblos, barrios o cualquier territorio admiten la aplicación de sufijos para originar una palabra con la que se identifica a las personas naturales de tales lugares.
A eso se llama gentilicio, que para unos usos funciona como sustantivo (Los veganos somos buenos todos) y en otros casos actúa como adjetivo (Han desvirtuado el carnaval vegano).
Según indica la Nueva gramática de la lengua española, los gentilicios se forman, por lo común, a partir de las siguientes terminaciones, las cuales admiten la forma femenina: -aco (austriaco); -ano (petromacorisano); -ata (croata); -eco (guatemalteco); -ego (manchego); -eno (chileno, damasceno, asunceno); -ense (pedernalense, ateniense); -eño (maeño, salvadoreño); -eo (europeo); -ero (jamaero, michero); -és (samanés, dominiqués); -eta (lisboeta); -í (iraní, catarí); -in (mallorquín); -ino (bocaíno, granadino); -ita (israelita); -o (galileo, filipino); -ol (español); -uno (villavicenciuno).
Vista esta introducción, les presento un elenco de gentilicios que encierran alguna rareza. Ojalá les parezca un divertimento provechoso.
Comenzamos con /azulprovenzal/, que así se llama a los naturales de Provenza-Alpes-Costa Azul, región de Francia situada al sur de ese país. Su capital es Marsella, de donde son los marselleses. También las marsellesas.
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