29/9/2023 | Ariel Camejo (On Cuba News)
Poco a poco hemos ido descubriendo aquellas esferas de la vida cotidiana en las que se pone de manifiesto, con mayor entusiasmo, la creatividad que caracteriza a nuestra singular variante del español. Hoy hablaré de una que atraviesa la agenda diaria de cubanas y cubanos: el transporte.
El estatus de Cuba como emplazamiento clave de las colonias españolas en el Nuevo Mundo a partir del boom azucarero de inicios del siglo XIX y, después, de la expansión estadounidense en el Caribe y América, al comenzar el siglo XX, propició que la isla recibiera antes que otras colonias adelantos tecnológicos como el tren o el automóvil. Uno y otro se expandieron por toda la geografía nacional, llegando a formar parte inseparable de las rutinas de ciudades y pueblos.
En la isla ya se ha asimilado lexicalmente la denominación de “almendrón” para todo auto, esencialmente de fabricación estadounidense y anterior a 1960, u otro que se le parezca. Y si el almendrón es muy viejo o está muy descuidado, se le puede nombrar también como un “cacharro”, como un “traste” o como un “bumbumchácata”. Este último término fue incorporado a partir de la serie inglesa El Dr. Poopsnagle y el secreto de las salamandras de oro, que transmitió la televisión cubana en algún momento entre finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado.
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