8/6/2018 | Bruno Pardo Porto (ABC, España)
Hot dog gourmet. Asian street food. Take away. Shakes. Fresh juices. No es la oferta gastronómica del día, ni un curso intensivo de Opening: son apenas un par vistazos a los carteles que cuelgan por el centro de Madrid, entre la Plaza del Sol, Callao y Gran Vía, para ser exactos. Incluso hay una zapatería en la que los dueños se definen como shoemakers. Y todavía no hemos puesto la oreja. Son solo letreros, unos luminosos, otros no, pero dan buena muestra de cómo el inglés se abre paso en nuestro día a día. El signo de los tiempos, que dirían algunos. Los tiempos modernos, los tiempos donde «La guerra de las galaxias» se pronuncia «Star wars».
Algo lejos de ese barullo de coches y tiendas, en su despacho, Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, entorna los ojos, se ajusta las gafas y tuerce el gesto. Dice que esto es cosa del papanatismo, esa tendencia a utilizar el inglés cuando no viene a cuento. «El complejo de inferioridad del español frente al inglés es incomprensible e injustificable. A mí se me abren las carnes cuando recibo una invitación que empieza diciendo “save the date” en lugar de “apunte en su agenda”», protesta el académico.
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