19/07/2016 | María José Rincón (Diario Libre, República Dominicana)
Finalmente decidí renunciar a la ensalada y a las tapas. Nada de compartir un bocado para ir abriendo boca. Ya el hambre pica. Pasemos al plato fuerte.
Si el restaurante homenajea a la gastronomía de un país, es lógico que su carta refleje, con medida, los nombres autóctonos. Pero entonces hay que ser selectivos y, sobre todo, respetuosos con la ortografía: una fideuá no puede ser una *fideúa y un queso o una morcilla de Burgos pierden enjundia sin son *queso y morcilla de burgos. Si nos equivocamos por dejarlas de poner, mucho más nos equivocamos colocándolas hasta en la sopa: junto a una correcta empanada de res nos ofrecen una *empanada de Bacalao. Es cierto que el bacalao es delicioso, pero eso no le gana la condición de nombre propio.
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