Francisco Javier Pérez: «Hablar una lengua es un destino»

4/10/2019 | Armando Chávez Rivera (Baquiana, Estados Unidos)

Secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), el intelectual venezolano Francisco Javier Pérez aborda en esta entrevista su desempeño al frente de esa institución y, además, reflexiona sobre su trayectoria como investigador y escritor.

[…]

ACR: La ASALE y la RAE han presentado en las últimas dos décadas un conjunto de obras valiosas, entre ellas: Ortografía de la lengua española (2010), Nueva gramática de la lengua española (2009-2011), Diccionario de la lengua española (2014), Diccionario de americanismos (2010), Diccionario panhispánico de dudas (2005) y Diccionario práctico del estudiante (2012). Además, se han publicado ediciones conmemorativas de clásicos de la literatura en español. Han sido proyectos costosos, que demandaron trabajo especializado y en equipo. ¿Cuál ha sido la respuesta del mercado, el público, las instituciones y los mecenas? ¿Siguen fluyendo los recursos para preparar obras de semejante calidad?

FJP: Esta lista de obras debe interpretarse como notable saldo de uno de los períodos más productivos y sólidos de las academias en relación con el estudio, comprensión y difusión de lo que significa hoy nuestra lengua. Aunque cada una de estas obras tuvo un coordinador, está claro que son obra colectiva, como ninguna otra antes en la lingüística del español. Lexicógrafos, gramáticos, ortógrafos, escritores y humanistas de todo el mundo hispánico fueron concertados para producir estos monumentos de nuestro presente lingüístico. Académicos de las 23 corporaciones que conforman la ASALE se abocaron con mucho tesón a la ordenación, descripción y revisión de cada una de estas exigentes obras. Nuestro trabajo debe medirse a largo plazo y, en este sentido, creo que las obras mencionadas ocuparán un lugar en la consideración de lo que hoy aportan las academias, mucho más que en cualquier otra época anterior, al estudio comprometido con la lengua. En lo intelectual, estas obras y sus enseñanzas han quedado instaladas para siempre en los diferentes usuarios que ellas demandan y asumidas con la condición de imprescindibles. En lo económico, las cifras han subido y bajado de acuerdo al fluir caprichoso o impredecible de los mercados y en consonancia con las estrategias de comercialización más o menos efectivas ensayadas por las editoriales en cada caso. Estos vaivenes han supuesto una merma en algunos recursos y la demora en algunas tareas, que en ningún caso han significado improvisación o un descenso en la alta calidad que estas obras tienen. Las academias tienen aprendido desde hace mucho la lección sobre la responsabilidad hacia la lengua, objetivo final de la investigación lingüística, y por ello la deuda es siempre con la lengua y sus usuarios y no con los mercados, las editoriales o las instituciones.

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