¿Y usted cómo prefiere decir: vía rápida o ‘fast track’?

3/1/2017  | Jaime Buenahora (El Tiempo, Colombia)

Estamos ante una pérdida de soberanía idiomática. Debemos frenar los complejos absurdos.

La Corte Constitucional avaló el procedimiento especial contemplado en el Acto Legislativo 01 del 2016, en cuya virtud el Congreso de la República podrá tramitar de manera expedita los proyectos de ley y de acto legislativo que el Gobierno le presente para implementar el acuerdo de paz firmado con las Farc.

No sé de dónde ni a qué horas surgió la expresión ‘fast track’. Para decir lo mismo, el español es tan rico que nos ofrece diversas expresiones, todas suficientemente claras. Bien pudiéramos decir vía rápida, trámite expedito o procedimiento ágil.

Sin embargo, la subestimación idiomática hizo que algún ilustre admirador de todo lo que viene de fuera llevara al marco institucional la expresión ‘fast track’. Me pregunto si se siente más culto, más internacional y globalizado, o más seguro para descrestar. Es todo un absurdo que refleja nuestra dependencia y subdesarrollo mental, en medio de las profundas discusiones constitucionales y legales que le esperan al país y, en particular, al Congreso de la República.

Como generalmente ocurre, más temprano que tarde, distintos funcionarios del alto Gobierno, así como congresistas, magistrados, columnistas, profesores y reporteros, todos a una, adoptaron la expresión ‘fast track’. Pareciera que se sintieran a la moda y superactualizados.

Este detalle, aunque parezca irrelevante frente a la complejidad de lo que se debe implementar, corrobora la pérdida paulatina de identidad nacional.

Lenguaje comercial

En referencia a la pérdida de soberanía idiomática, baste recordar algunos ejemplos: en ciertos sectores ya no se habla sino de happy hour y shower para festejar, y de sale para hacer descuentos y promociones mercantiles.

Los comerciantes parecen haber erradicado de su vocabulario las palabras rebaja y descuento y, en general, muchas más, pues son centenares los avisos de establecimientos de comercio cuyos propietarios o gerentes creen que los hacen más atractivos colocando sus nombres en expresiones propias del inglés. Una caminata por cualquier centro comercial de Bogotá, o de cualquiera otra ciudad del país, lo confirma con múltiples ejemplos.

Ya comienza a adaptarse la expresión ‘Black Friday‘ o Viernes Negro, cuya tradición estadounidense nada tiene que ver con nosotros En otro ámbito, ya se prefiere decir bullying a matoneo o burla.

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